A LEER Y A ESCRIBIR SE APRENDE EN GERUNDIO
Que es un taller:
A LEER Y A ESCRIBIR SE APRENDE EN GERUNDIO:
LEYENDO Y ESCRIBIENDO
“Al principio, todo escritor es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.”
JORGE LUIS BORGES
“Escribir es sobre todo corregir, no creo que se pueda separar una cosa de otra. [...] El escritor debe ser il miglior fabbro,en el sentido en que Eliot usaba esta expresión para hablar de Pound. El mayor artífice, esto es, aquel que conoce mejor la técnica: en este nivel un escritor nunca será suficientemente consciente. Ésta es, sin duda, la lección de Borges: no se pueden prever el destino y la importancia futura de su obra, pero es indudable que su presencia en nuestra literatura ayuda a destruir el mito de la espontaneidad y de la inocencia del escritor.”
RICARDO PIGLIA
“Cualquier babieca puede ser espontáneo.”
EZRA POUND (citando el lema del Punchbowl, revista de la Universidad de Pennsylvania)
Una lectura y un comienzo: ¿qué opinan de este texto?
A pesar de que aquella era una plácida, hermosa y radiante mañana de enero, la otrora bella París presentaba un aspecto sinceramente deprimente. Todo se debía a que el sitio del enemigo la había bloqueado por completo, la había hambreado sin piedad sumiéndola en la agonía más espantosa. Por donde se mirase no existía un solo tejado que albergara algún gorrión que lograse atemperar el ánimo de los invadidos con su prístino canto. Ni siquiera podía llegar a percibirse, aunque más no fuera, un mísero roedor pululando por las sucias alcantarillas.
Guy de Maupassant
Tratemos de entrar, intelectual y afectivamente, en una atmósfera, en un clima de “narratividad”. Veamos cómo Maupassant escribe el comienzo de “Dos amigos”, una de sus historias que tienen como marco la guerra franco-prusiana:
París estaba bloqueado, hambriento, agonizante. Apenas había ya gorriones en los tejados ni ratas en las alcantarillas.
Era una hermosa mañana de enero.
París moribundo que Maupassant logra con apenas un par de líneas. En los renglones siguientes al fragmento que hemos elegido, Maupassant introduce a los protagonistas de su cuento: los señores Morissot y Sauvage, los dos amigos a que hace referencia el título.
Se encuentran en la calle y pasean, recordando los viejos tiempos, en medio de una profunda depresión. Que es la misma que nos ganó desde el principio: el vigor del comienzo contaminó de tristeza y gravedad el ánimo del lector. Y el espíritu del cuento. Es como si Maupassant nos dijera: Queridos amigos, todo lo que ustedes leerán de aquí en adelante estará teñido con los colores de la muerte. Con dos palabras, Maupassant abre un corchete, y de paso nos invita a enterarnos de lo que sucederá dentro de esos límites. La contrastante tercera línea refuerza toda esta oscuridad.
Ejercicio:
Piensen en un cuento, en un poema, en un artículo o en una novela que les haya causado una impresión profunda.
Traigan de la biblioteca el texto recordado y copien sus dos primeros párrafos.
Reléanlos.
Ahora reléanlos aplicándoles las siguientes preguntas:
¿Qué pienso de este comienzo?
¿Es fuerte?
¿Engancha?
¿De dónde viene su poder?
¿Qué hace que esto sea un comienzo vigoroso, incluso inolvidable?
NO SE HAGA EL ARTISTA.
El día se había presentado sin nubes visibles, y el frío se hacía uno con la claridad imperante.
Era un día claro y frío.
El astro rey enviaba sus dulces rayos bañando ligeramente la tierra, creando de este modo una bonita claridad que, junto a la baja temperatura, otorgaba por cierto al paisaje un paradójico aspecto entre luminoso y levemente destemplado.
VENI, VIDI, VICI
ESCRIBA CON FRASES CLARAS Y CONCISAS.
En 1943 Salvatore Quasimodo escribió un vigoroso análisis de la condición humana, un estudio de la situación del hombre en el universo, un profundísimo ensayo acerca de nuestra fragilidad, acerca de la conciencia de nuestra propia finitud. Se titula “Y enseguida atardece”.
¿Tienen unos segundos para leerlo?
Cada uno está solo en el corazón de la tierra,
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida atardece.
En Juventud,novela corta de Joseph Conrad, Marlow cuenta su primera y extraordinaria aventura marítima a un grupo de amigos. Pasémosle la botella a este viejo lobo, mientras evoca para nosotros su despertar en la costa, después del naufragio:
Lo estoy viendo ahora: la amplitud de la bahía, las arenas relucientes, la riqueza del verde infinito y variado, el mar azul como el mar de un sueño, la muchedumbre de caras atentas, la llamarada de vivos colores; el agua que lo reflejaba todo, el perfil de la costa, el muelle, la extraña nave de alta popa flotando inmóvil y los tres botes con los fatigados hombres de Occidente durmiendo, inconscientes de la tierra y de la gente y de la violencia del resplandor del sol.
Ejemplo de una buena enumeración, un recurso que le permite reunir distintos elementos visuales.
Enumerar no significa simplemente hacer un listado de cosas más o menos bonitas. En este fragmento, la bahía, las arenas, el verde, el mar, la gente, el muelle, todo está caracterizado.
Ejercicio:
Preparen una lista con varias cosas que los rodeen en algún momento. Si están viajando en colectivo, no importa: traten de guardar en la memoria mucho de lo que vean por la ventanilla, y
escríbanlo después.
Comparen su lista con la descripción de Conrad.
A cada elemento de la serie que han escrito aplíquenle estas preguntas: ¿Qué hace que este objeto sea diferente de otro de su clase? ¿Qué historia personal guarda? ¿Qué me diría si pudiera hablarme? ¿A qué se parece?
Escriban las respuestas, y después traten de ligarlas. Por ejemplo, pueden contarle a alguien, por carta, cómo es la habitación en que trabajan, cómo es la calle en donde viven.
En 1995, con apenas quince años, María Eugenia Múgica se llevó a su casa un premio Más Allá. Meses antes había enviado su historia de horror “La iniciación” al concurso anual del Círculo Argentino de Ciencia-ficción y Fantasía. Los miembros del jurado quedaron impresionados con el relato de ese hombre solitario y aburrido que presencia un rito demoníaco... y que hace lo necesario por ingresar en el grupo. Sobre todo, los sorprendió la verosimilitud y el movimiento que Múgica había conseguido en cada escena. La más memorable es aquella en que el protagonista asiste al sacrificio de un animal. Atrapada por el terror, con balidos desesperados, una cabra es arrastrada por los malditos hasta el lugar de su inmolación, a manos de Rutto, el líder de la secta:
Alguien les alcanzó un hacha. El arma era una luna en cuarto creciente con todo su brillo. El tipo se la entregó a Rutto. Se oyó un último balido. La cabeza del animal cayó.
Prestemos atención a la caracterización del hacha:
El arma era una luna en cuarto creciente con todo su brillo.
Desde un punto de vista “correcto”, la acción podría haber prescindido de la frase, pero no hubiera causado el mismo efecto:
Alguien les alcanzó un hacha. El arma era una luna en cuarto creciente con todo su brillo. El tipo se la entregó a Rutto. Se oyó un último balido. La cabeza del animal cayó.
Ser conciso, trabajar con un estilo despojado, no significa, en absoluto, sufrir de insuficiencia expresiva.
A Múgica no la dejaba satisfecha una simple hacha, y buscó cómo darle al arma un brillo único. Ese es su método.
Ejercicio:
Dibujen el objeto que quieran idealizar. Aunque no estén escribiendo nada, entrénense: busquen al azar un sustantivo en un libro cualquiera y dibújenlo.
Describan en una oración breve el dibujo que les haya salido (por más defectuoso que sea).
Acoplen ahora sustantivo + descripción.
Puliendo aquí y allí obtendrán una metáfora o una comparación original.
Si no saben dibujar, no importa, mejor. Uno puede comparar un cenicero con algo. ¿a qué se parece?. Una vez vi uno y era redondo, y estaba en el borde de una mesa. Lo dibujé, y vi que ahora era:
...como una rueda.
...como una rueda abandonada.
...como una rueda abandonada cerca del camino.
María Eugenia dibujó su hacha, y vio que lo que había dibujado no era precisamente un hacha; se parecía más a
...una luna.
...una luna en cuarto creciente.
...una luna en cuarto creciente con todo su brillo.
Conclusión: LA IMAGINACIÓN TAMBIÉN PUEDE EDUCARSE.
Para eso hay que MIRAR Y VER … VER MUCHO …Y OTRA VEZ VER
Y USAR una herramienta sorprendente: nuestra capacidad de asociación.
Buscar relaciones insólitas: en ideas, recuerdos, hechos.
una persona y su nombre
el mero recuerdo de un olor, de una forma o de una mirada
O…aquel momento en que caminábamos por la arena y notamos que el agua tenía una tonalidad diferente, y miramos el horizonte, y en el cielo:
En el cielo, las nubes se revolcaban como ballenas ebrias.
Ejercicio:
Recuerden cuando se han asomado por la ventana y miraron el cielo. Seguro lo observaron alguna vez, lo contemplaron con calma, despacio: la próxima vez dejen que el infinito vaya entrando por sus ojos.
Escriban una lista de lo que han visto: estrellas, nubes, azules, rojos, transparencias, claridades, relámpagos, tinieblas. Acompañen cada sustantivo con un adjetivo.
Permitan que su cerebro empiece libremente con su trabajo de tejer asociaciones. Apóyense, por ejemplo, en estas preguntas:
¿A qué se parece lo que he visto?
¿Qué música haría ese cielo si fuera sonoro?
¿Cómo reaccionaría mi sentido del tacto si yo pudiera alcanzar con la mano el cielo y sus fenómenos?
Escriban lo que se les ocurra, sin pensar. Conserven las imágenes.
MIREMOS TODO COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ
Y un tip:
Un recurso de estilo de uso muy frecuente es el hipérbaton. Sirve para alterar (por motivos de eufonía, por ejemplo) la sintaxis natural de la frase. La palabra viene del griego, y significa “traspuesto”.
“El escritor envió su manuscrito al editor”.
1. Sujeto: El escritor
2. Verbo: envió
3. Objeto directo: su manuscrito
4. Objeto indirecto: al editor
Ejemplos:
3. 2. 1. 4.= Su manuscrito envió el escritor al editor.
4. 2. 3. 1.= Al editor envió su manuscrito el escritor.
2. 1. 4. 3.= Envió el escritor al editor su manuscrito.
Pero no olvidemos que una de todas ellas es la más clara.
El hipérbaton es una herramienta muy útil; pero cuidado con su mala utilización: por no saber cómo empuñar el martillo, más de uno terminó con el dedo mocho.
“El envió su escritor al editor manuscrito” no significa nada.
Y cuidado con lo que se dice cuando se cambia el orden o no se maneja bien la puntuación:
Se deja constancia que el titular del presente pasaporte manifestó haber prestado consentimiento ante las autoridades del CENTRO UNICO DE COORDINACION ABLACION E IMPLANTES, de acuerdo con las leyes de la REPUBLICA ESPAÑOLA, para que sus órganos sean utilizados en caso de fallecimiento con fines de transplante.
¿Fallecer con fines de trasplante?
Atrévanse a ordenar la frase para que nadie pueda quitarnos la vida con fines de trasplante. No hay que modificar ni agregar ninguna palabra; sólo un par de comas, una vez que hayan invertido el orden de ese desbarajuste sintáctico.
También corrijan el queísmo que aparece en la primera línea del ejemplo. Ah, casi lo olvido: jamás dejen de ponerles tildes a las MAYÚSCULAS y de escribir “trasplante” en lugar de “transplante”.
Y una última pregunta: ¿qué habrán querido decir los señores funcionarios con aquello de “COORDINACION ABLACION”?
Otro: Visite a su dentista periódicamente. Contiene monoflúor fosfato de sodio y fluoruro de sodio.
Entendemos que el redactor quería referirse a la pasta y no al dentista…Pero no desmayemos de tristeza porque de todo, incluso a las locas asociaciones, se puede sacar partido:
Ejercicio de asociación para despertar las neuronas:
Busquen, al azar, cuatro libros.
Abran el primero en cualquier parte, y fíjense cuál es el primer sustantivo que aparece. Anótenlo.
Repitan el método con el segundo libro, pero ahora busquen un adjetivo. Péguenlo al sustantivo.
Por último busquen verbo y complementos en el tercero y cuarto libros respectivamente.
Lean la oración obtenida.
Un ejemplo:
agua / primer / gastar / el piano asquerosamente
Frase resultante:
El agua primera gasta el piano asquerosamente.
Texto sugerido por la imagen:
En pocos minutos, las autoridades demolerán la represa. Lo sé porque he estado allí. La gente no me creerá, no intentaré convencer a nadie. Yo sólo vine para cumplir mi último deseo: escuchar música.
Una estridencia de metales y redoblantes resuena por todo el teatro. El coro estalla en un delirio de agudos. Pienso en el piano como en un navío a punto de partir. Sé que el concierto terminará antes de lo previsto: la inundación entrará enseguida.
Veo el final de la sala, detrás de los músicos. Imagino lo que será la avenida muy pronto. El agua rebullirá en espuma y resplandores. El ruido recordará el rugido de horror de las cataratas, superará al coral de bronces, a los cantantes y a los percusionistas.
Ésta será mi visión final: el agua rebosando el universo, el agua arremetiendo desde afuera, el agua entrando a torrentes, diluyendo a los músicos y al público como si fueran de azúcar.
Y en medio de la tempestad se alzará el piano formidable, cabeceando entre olas de butacas, atriles, instrumentos y fracs.
Un buen autor, que escribe con cuidado, descubre a menudo que aquella frase que buscaba desde hacía largo tiempo sin dar con ella era —al fin encontrada— la más simple, la más natural, la que aparentemente debía haberse presentado, desde el inicio, sin esfuerzo.
Jean de La Bruyère, escritor francés de “Los caracteres”. Y dice también:
—¿Qué dices...? En verdad que no te comprendo... Pero no, no lo repitas... Al fin comienzo a entender... Quieres, Acís, decirme que hace frío.
¿Por qué no dices: “Hace frío”? ¿Pretendes comunicarme que llueve o nieva? Pues habla así: “Llueve... nieva...”. ¿Adviertes que mi rostro resplandece de alegría, y deseas felicitarme por ese júbilo...? Con una frase puedes hacerlo: “Me congratulo por tu buena cara”. Arguyes: “Ese lenguaje es sencillo y claro, pero me enoja su laconismo...”.
¡Cómo!, Acís, ¿tanto mal hay en que se nos entienda cuando hablamos?
¿Porque habla un poco diferente? Porque vivo hace 300 años.
El mejor estilo es aquel que expresa las ideas con las palabras justas.
Ejemplos:
Marcelo Zamboni:
Un febrero lluvioso, mientras recorría el fondo del terreno, encontré a un tipo tirado entre el barro al costado de una zanja. Tenía una herida grande y sucia en la pierna. La fiebre lo hacía delirar. No le pregunté ni quién era ni de dónde venía. Lo cargué sobre los hombros, curé su pierna y con trapos húmedos le bajé la fiebre. Al anochecer me acerqué a la cama donde lo había dejado. Se replegó sobre el colchón como un animal.
Tendemos a escribir con un estilo ajeno, grandilocuente. Nos enseñaron que así se escribe la literatura.
¿Por qué será que hablando se entiende la gente, y no escribiendo?
• Porque del pensamiento al lenguaje escrito hay un trecho enorme. Una cosa es tener en la cabeza la visión mental de una imagen o una secuencia; y otra, muy diferente, es poner esa imagen o esa secuencia, que son de aire, nada menos que en palabras. Y por escrito.
• Porque nos sentamos a escribir y es como si nos insertáramos en la cabeza un “software literario”. Un programa plagado de frases hechas, de repeticiones, de lugares comunes, de imprecisiones, de “galleguismos”, de floripondios falsamente elegantes.
• Porque es mucho más fácil escribir como todo el mundo que escribir con las palabras de uno. Créase o no: todavía se sige leyendo, en los concursos, la expresión “blancas palomitas” —así, con el adjetivo antepuesto— para metaforizar a un grupo de colegiales.
• Porque nos cuesta corregir. Creemos que corrigiendo somos menos naturales, menos espontáneos.
• Porque durante toda la infancia y la adolescencia nos vendieron la idea de que la literatura y el arte en general eran deportes para príncipes. ¿Cuántas veces lo habremos oído? La inspiración era propiedad de unos pocos seres iluminados que obedecían ciegamente a su musa y a quienes las cosas les salían así, de primera intención. ESO NO ES VERDAD.